sábado, 31 de octubre de 2015

Alcoholismo




Parece  como si el alcoholismo fuera una enfermedad contagiosa e incurable,  pues cada vez son  más los infectados.
Con relación a los bebedores, incluyendo a muchas féminas que no escapan de esto, las impresiones son varias: repugnancia, repudio, antipatía, compasión. Ello ocurre  porque esos seres aparecen dondequiera, en ocasiones con apariencia desagradable; y el comportamiento de algunos no es el mejor, a veces se le tiran encima a alguien, dicen palabras obscenas, insultan, gritan, golpean, fuman sin tener en cuenta a los demás.
Hay casos en que un amigo le dice a otro, “vamos a tomarnos una botella de ron”, y al negarse, le responde, “tú te dejas  gobernar por tu mujer, ¡compadre, tú eres un hombre!, ¿qué pasa”?, y tanto le insiste e insulta de cierta forma, que logra su objetivo. A los machistas no les pueden decir eso porque enseguida se ofenden y rápidamente ceden.
A incontables hombres, sus esposas les han implorado que dejen la bebida, y no están de acuerdo, no aceptan que las  mujeres   les digan lo que deben o tienen que hacer. Así ocurre con las madres. ¡Cuánto ruegan y suplican a sus hijos para que se aparten de lo que tanto daño les causa! Sin embargo, todas las palabras se las lleva el viento; regularmente salen insultadas por sus propios descendientes.
Si estos “caballeros” que se hacen tan “machos”, como suelen expresar, fueran inteligentes, escucharían a su pareja, a su madre, porque en ese caso, es preferible dejarse gobernar por una fémina que por otro hombre; los bebedores no comprenden que esas personas los aconsejan  por el bien de su salud.
En Cuba, en todas las áreas de salud existe  un equipo con personal capacitado para atender a las mujeres y a los hombres  con problemas relacionados con la bebida. Si se lograra que todos los enfermos acudieran a dichas áreas y a las consultas e hicieran el tratamiento correctamente, y que los jóvenes no siguieran por ese camino, todo sería diferente; no habría tantos divorcios, ni tantos disgustos y riñas entre amistades, ni problemas entre padres e hijos, tampoco ocurriría un ingreso en un hospital o, lo más doloroso, la muerte provocada por exceso de alcohol.
Estos individuos desconocen su enfermedad, algo que deben saber y aceptar para que vayan al médico y sean atendidos a tiempo. Los familiares son quienes pueden ayudarlos, lo cual necesita de mucha entrega y paciencia. El maltrato no ayuda, todo lo contrario, empeora la situación, el apoyo es muy importante.
Si es usted uno de esos que sienten necesidad de tomar ron, ¡asista ya a su área de salud!, no lo deje para mañana. A tiempo se gana tiempo.
 Ojalá las bebidas alcohólicas se quedaran casi completas en los puntos de venta porque solamente se vendieran en fechas festivas,  cumpleaños, u otra celebración, y se consumieran moderadamente para que no causaran daño. 
Compasión y no otra cosa  es lo que merecen estas personas, pues están enfermas y no lo entienden. Por tanto, ¡no las maltrate! ¡Ayúdelas!