miércoles, 30 de diciembre de 2015

De nuevo en Venezuela








Llega a Venezuela en diciembre del 2014. A partir de entonces, en el Distrito Capital Caracas, la Misión Barrio Adentro cuenta con su labor en el hospital CDI El Pinar (Chávez vive, la Patria sigue). Yenisel Lorenzo Bello, licenciada en la especialidad de Laboratorio clínico, actualmente disfruta de sus vacaciones en su tierra, Las Tunas, en su Cuba.
Allá, reside en el Hotel Royal, Plaza Venezuela, el cual es compartido, pues lo alquilan a colaboradores  cubanos, en la habitación viven tres mujeres. La convivencia le es un poco difícil, porque no son las mismas costumbres, pero busca la forma de llevarse bien. No pueden cocinar; lavan su ropa en lavamanos.
El Hospital le queda bastante lejos, viaja en metro, son seis estaciones (paradas), luego camina 12 cuadras, trabaja 24 horas para 48, aunque casi siempre hace 24 x 24 porque presta servicio en otro CDI cuando falta algún técnico.
Ella, junto a los demás celebran las fechas como aquí, Día de la Medicina, fin y principio de años, Día de la Mujer, de las Madres, de los Padres, Primero de Mayo…  El cumpleaños de Fidel lo festejaron, cantaron, picaron una torta y bailaron.
La adaptación  al lugar le fue bastante difícil, porque las condiciones de vida y las costumbres son muy diferentes. Además, hay personas muy agradecidas, otras no están conformes con la  labor que realiza y protestan. También la nostalgia por su hijo, por su familia, por su Patria.
Yenisel considera que la misión es muy importante  porque está brindando su asistencia médica en un país necesitado de esta y, además, es una experiencia que adquiere para su trabajo.
Dos momentos impresionantes para la laboratorista: el escuchar allí, por primera vez, las notas del Himno Nacional cubano. No sabe o casi no puede pronunciar palabras acerca de ese instante;  y la presencia de los Cinco antiterroristas cubanos, más cuando tuvo la oportunidad de saludarlos, algo inolvidable para ella.

Antojos y rechazos




Muchos no creen en eso de que las embarazadas pueden estar antojadas de comer algo especial, o algo difícil de ingerir; tampoco en que hacen rechazo hasta a lo increíble. Todo ello  es tan cierto como la criatura que  cada una lleva en su vientre.
Si de antojos se trata; alguna pudiera desear comer cerdo asado en un momento determinado. No estaría mal, a pesar de que eso lo prefiere gran parte de la población, al igual que un fricasé de cerdo, un chilindrón de chivo, una pizza, una malta; determinadas frutas;  jugos de tomate, de  mango. Puede que alguna desee viajar o hacer algo casi imposible, entre otros.
Pero si caen  las primeras lloviznas y una ansía el olor a tierra mojada y hasta se echa un poquito en la boca y  lo saborea… Ver a una gallina defecar con esa combinación de gris y blanco en forma de barquillo de helado y acercársela a la boca...  Contemplar con delirio la ceniza de carbón, de leña o de un cigarro y llegar a probarla… Observar  la preparación de la mezcla de cemento con sus componentes, aspirar ese olor y hasta cogerle el sabor... Comer la excreta seca de res... ¿Eso lo hace cualquiera?
¿Rechazos?
No soportar al esposo, a un hermano, a un amigo. Apartar un perfume determinado, el condimento  -lo más frecuente-; la ropa; como el caso en que a una le repugnó tanto su saya que la regaló,  le sentía un olor insoportable y la hacía vomitar  cada vez que la usaba, o la miraba. Increíble, a una ollita su dueña no la aguantaba, eso de verla no le era fácil, las náuseas no se controlaban, la aversión no le permitía su presencia y la regaló.
La canción El amor, del  Niño de Murcia, de moda en esa época, hacía llorar y vomitar a una joven fecundada,  no podía escucharla.  Angustiada discutía cuando no apagaban  el radio o no cambiaban la emisora.
  Los colores también han sido discriminados, el azul en un embarazo molar; ahora en uno normal, el rosado, ¡vaya cosa tan intolerable para la misma mujer! ¡Sorprendente!
En cuanto a los vicios, algunas fumadoras apartan el cigarro hasta después de paridas y en ocasiones, lo han dejado definitivamente; sin embargo, otras  lo cogen a partir del antojo.
Cuántas  mascotas han sido abandonadas porque sus dueñas en estado de gestación no las han soportado. Esto también ha ocurrido con  plantas; adornos, joyas, carteras,  lugares, entre otros.
Lo cierto es que las embarazadas sí pueden tener antojos, y hacer  rechazo a cualquier cosa.