Parece como
si el alcoholismo fuera una enfermedad contagiosa e incurable, pues cada vez son más los infectados.
Con relación
a los bebedores, incluyendo a muchas féminas que no escapan de esto, las
impresiones son varias: repugnancia, repudio, antipatía, compasión. Ello
ocurre porque esos seres aparecen
dondequiera, en ocasiones con apariencia desagradable; y el comportamiento de
algunos no es el mejor, a veces se le tiran encima a alguien, dicen palabras
obscenas, insultan, gritan, golpean, fuman sin tener en cuenta a los demás.
Hay casos en
que un amigo le dice a otro, “vamos a tomarnos una botella de ron”, y al negarse,
le responde, “tú te dejas gobernar por
tu mujer, ¡compadre, tú eres un hombre!, ¿qué pasa”?, y tanto le insiste e
insulta de cierta forma, que logra su objetivo. A los machistas no les pueden
decir eso porque enseguida se ofenden y rápidamente ceden.
A
incontables hombres, sus esposas les han implorado que dejen la bebida, y no
están de acuerdo, no aceptan que las
mujeres les digan lo que deben o
tienen que hacer. Así ocurre con las madres. ¡Cuánto ruegan y suplican a sus
hijos para que se aparten de lo que tanto daño les causa! Sin embargo, todas
las palabras se las lleva el viento; regularmente salen insultadas por sus
propios descendientes.
Si estos
“caballeros” que se hacen tan “machos”, como suelen expresar, fueran
inteligentes, escucharían a su pareja, a su madre, porque en ese caso, es
preferible dejarse gobernar por una fémina que por otro hombre; los bebedores
no comprenden que esas personas los aconsejan
por el bien de su salud.
En Cuba, en todas las
áreas de salud existe un equipo con
personal capacitado para atender a las mujeres y a los hombres con problemas relacionados con la bebida. Si
se lograra que todos los enfermos acudieran a dichas áreas y a las consultas e
hicieran el tratamiento correctamente, y que los jóvenes no siguieran por ese
camino, todo sería diferente; no habría tantos divorcios, ni tantos disgustos y
riñas entre amistades, ni problemas entre padres e hijos, tampoco ocurriría un
ingreso en un hospital o, lo más doloroso, la muerte provocada por exceso de
alcohol.
Estos
individuos desconocen su enfermedad, algo que deben saber y aceptar para que
vayan al médico y sean atendidos a tiempo. Los familiares son quienes pueden
ayudarlos, lo cual necesita de mucha entrega y paciencia. El maltrato no ayuda,
todo lo contrario, empeora la situación, el apoyo es muy importante.
Si es usted
uno de esos que sienten necesidad de tomar ron, ¡asista ya a su área de salud!,
no lo deje para mañana. A tiempo se gana tiempo.
Ojalá las
bebidas alcohólicas se quedaran casi completas en los puntos de venta porque
solamente se vendieran en fechas festivas,
cumpleaños, u otra celebración, y se consumieran moderadamente para que
no causaran daño.
Compasión y
no otra cosa es lo que merecen estas
personas, pues están enfermas y no lo entienden. Por tanto, ¡no las maltrate!
¡Ayúdelas!