Domingo, 03
Abril 2016 08:27
Escrito por
Zoila Pérez Navarro
Una lectora de nuestra
versión impresa llamó a la redacción preocupada. "Creo que deben hablar de
modales", opinó. Y para que entendiéramos su solicitud argumentó:
"Por estos días nadie me ha devuelto mis saludos, ni jóvenes ni persona
mayor. Cuando los repito, por si hablé bajo, me han mirado como si fuese rara.
Fui al mercado a comprar y tuve que preguntarles a los vendedores si es que sus
´buenos días´ tienen también precio".
Aunque las acciones
formativas nunca sobran, sucesos cotidianos como el "¿qué se
dice...?" preguntado al pequeño que recibe algún regalo, o la exigencia en
las aulas de comenzar cada turno de clases con el saludo y ponerse de pie
cuando entra algún visitante, sustentan mi apreciación de que la causa no es el
desconocimiento de las normas de cortesía.
Las aprendemos de
niños en el hogar y la escuela; las exigimos a los menores, pero luego se
subvalora el poder de las palabras mágicas y en la guagua, la tienda, el
barrio, la calle y hasta dentro de la casa perdemos la oportunidad de regalar
tanto los "buenos días" como las "gracias", el "por
favor", las disculpas...
Sí, muchas veces la
gente anda atareada, apresurada o concentrada en lo suyo y descuida estas
reglas de comportamiento que no son privativas de los espacios formales. En
consecuencia, brindan un mal servicio o provocan el malestar de otras personas.
Poco hacemos por
nuestros hijos si crecen viéndonos actuar así, por mucho que los instemos a
seguir las pautas adecuadas. Bien lo advierte la lectora: ser educados no
cuesta nada. No ponga precio a los modales, regáleles un "buen día" a
los demás y de seguro lo tendrá usted también.