domingo, 8 de junio de 2014

Madre







Madre mía, el destino quiso que nos dejaras mucho antes de lo esperado, quizás alguna vez pensaste  que ya no te necesitábamos porque éramos mayores y podíamos estar sin ti, ¡qué error!, siempre nos haces falta, no para ayudarnos a realizar una labor, pero sí para aconsejar en un momento determinado; hablar del pasado, presente o futuro. Una conversación contigo y una sonrisa, no imaginas el valor que tienen.
Sabes muy bien que cuando enfermamos o estamos con un fuerte dolor, lo primero es ¡ay mi madre!, y con pasar tu mano o con un beso ardiente sobre nuestra frente, tal vez no del todo, pero sí alivias nuestro dolor, porque eres un ser divino que creas magias para hacer sentir bien a tus hijos.
Madre, extrañamos tu presencia, el verte sentada en tu sillón elegido frente a la televisión disfrutando del béisbol, tu deporte preferido u otro programa, esos musicales que te hacían recordar cuando bailabas y eras unas de las mejores bailadoras de tu época, tus ojos brillaban de alegría, parecía que lo vivías de nuevo, estoy segura de que así era,  pues recordar es volver a vivir.
Tú, la primera en perdonar nuestros errores porque eres comprensión, ternura, amor, energía, eres lo más bueno y bello que creó la naturaleza, estarás viva en mi pensamiento aunque pasen y pasen los años, pues ya han transcurrido  11 desde aquel fatídico 8 de junio y parece que fue ayer, porque el amor de madre es único, el más  puro y verdadero e inolvidable.
 “Toda madre debiera llamarse Maravilla.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario