lunes, 24 de junio de 2019

Viaje sobre las paralelas

 Las Tunas.- El ferrocarril es uno de los medios de transporte más populares del mundo.

Millones de personas lo utilizan en todas las latitudes, desde su debut en 1830. Cuba fue el séptimo país del planeta, y el primero en Hispanoamérica, cuando lo inauguró en 1837, con el itinerario fundacional entre La Habana y Bejucal.
El paso de los rieles del ferrocarril central por la otrora ciudad de Victoria de las Tunas tuvo su inauguración oficial el 16 de enero de 1903. Resultó aquella toda una jornada de celebración. Según el bisemanario El Eco de Tunas, "hubo fiesta y tocaron los acordeones de Florencio Sánchez y Mariano Ramírez".
La estación original era de madera y zinc. Por sus pésimas condiciones, en 1918 el Ayuntamiento Municipal pidió a la compañía ferroviaria la construcción de un local más apropiado para la ciudad. Así, en 1927 se levantó el edificio de mampostería y tejas francesas que todavía conserva aquella estructura.
Cerca de allí existían a la sazón unos enormes corrales, donde los ganaderos de la zona concentraban sus lotes de ganado para embarcarlos después en los trenes hacia diferentes territorios de la nación en los que serían vendidos. Durante muchos años los tuneros llamaron a esa parte de la ciudad El Paradero.
La incipiente industria azucarera desarrolló mucho su ferrocarril en los albores del siglo pasado. Por esa vía se transportaba caña hacia los ingenios, y azúcar y miel hasta los puertos, todo tirado por las locomotoras de vapor. Las redes viales del sector se expandieron tanto que, en la práctica, no había una colonia cañera que no estuviera enlazada con el ingenio por medio de las paralelas.
                                             MUNICIPIO FERROVIARIO




Uno de los territorios tuneros donde más connotación cobró el ferrocarril fue el municipio de Manatí, con su bella estación neoclásica de piedras vivas y tejas alicantinas. Por allá se creó toda una cultura de ese centenario medio de transporte, incluso con inusitada tradición familiar en el oficio.
La etapa más importante en la historia del camino de hierro allí tomó la arrancada en 1920, cuando la compañía Manatí Sugar Company tendió las paralelas que conectarían a la localidad con Victoria de las Tunas por el sur, y con el puerto por el norte. Aquello devino un salto de calidad en materia de comunicaciones.
Por muchos años, el ferrocarril fue el transporte público por excelencia de los manatienses. Los asentamientos de la región fueron enlazados por ese conducto. Además de los viajes a Victoria de las Tunas, existían dos trencitos privados de la vía estrecha que cubrían el itinerario hasta el Entronque de Lebanón.
En la época se hicieron célebres los coches motores. Uno alcanzó fama por su velocidad. Existían también los pequeños budas, utilizados para menesteres puntuales o para atender sucesos emergentes. Y estaba, además, la cigüeña. No utilizaba combustible, pues se movía manualmente por intermedio de una pieza estilo cachumbambé, movida de cada lado por dos de sus tripulantes.
Una singularidad de la que Manatí tuvo la exclusiva durante años fue la transportación por ferrocarril de los cortejos fúnebres hasta el Cementerio Municipal. Tal costumbre se remontaba a la fundación del ingenio, en 1912. La compañía propietaria ofrecía el servicio gratis a los vecinos.
                                           COLLAGE SOBRE LAS PARALELAS
Pero no toda la historia ferroviaria de Las Tunas ha corrido como sobre rieles. El 14 de julio de 1945 el sopor citadino fue alterado por una terrible noticia: un trágico accidente, ocurrido a menos de un kilómetro de la estación ferroviaria, a la altura del aserrío Libertad, dejó 25 personas muertas y alrededor de 30 heridos. Según la prensa de la época, los sucesos acaecieron cuando el tren central, procedente de La Habana y con destino a Santiago de Cuba, afrontó un problema técnico que el maquinista no pudo zanjar a tiempo.
En la década del 80 del pasado siglo, Las Tunas contó con un servicio ferroviario de lujo. Incluyó un tren especial que conectaba a la ciudad con la capital cubana. Un poco antes, un coche motor Fiat de dos vagones cubrió el trayecto entre la ciudad de Camagüey y Manatí, con parada en el municipio de Amancio. Ambos servicios ya desaparecieron.
Un auténtico orgullo de los tuneros es su popularísimo trencito urbano, el único en el país con características automotoras. Lleva poco más de 20 años prestando servicios. Tiene capacidad para unos 90 pasajeros sentados y de pie. Realiza diariamente alrededor de una decena de viajes entre la Terminal de Ómnibus Nacionales y el motel El Cornito.
El recorrido se extiende por unos 12 kilómetros, distancia que cubre al módico precio de 20 centavos. Su servicio es muy bien valorado por estudiantes de las diferentes enseñanzas y por trabajadores de los principales centros asistenciales de la ciudad. Tanto a unos como a otros, el trencito deja en las proximidades de sus respectivos centros. En poco más de dos décadas, el trencito urbano tunero ha transportado a casi cinco millones de personas.
En fin, Las Tunas tiene tela por donde cortar en materia ferroviaria. Más de un siglo sobre rieles lo confirman.

                                     Tomado de 26                                 Escrito por Juan Morales Agüero


No hay comentarios:

Publicar un comentario