Dicen muchas personas que las
cosas malas del pasado lo mejor es no recordarlas, sin embargo, sí hay que recordarlas
y mencionarlas en algunos momentos como este, para que los más jóvenes las conozcan y puedan hacer valoraciones y comparaciones y
estén conscientes de que antes de 1959
se cometían fraudes, delitos, abusos; de esta manera podrán tener una
idea y tomar decisiones, ya que conocen la realidad actual de Cuba en cuanto al
proceso electoral, el más transparente
que existe, por tanto, estarán más convencidos de la importancia que este tiene
para continuar fortaleciendo cada vez más nuestro sistema.
Cuba más allá de los sueños, de
Silvia Martínez Puentes, refiere lo fundamental acerca de las elecciones.
Antes del triunfo de la Revolución: El
postulante de turno en cualquier nivel, se valía de todo, ofrecía su “ayuda”
para obtener un empleo, atención médica, u otra necesidad, hasta un ingreso en
un centro hospitalario, esto y más a cambio de los votos de toda la familia, lo
exigían, incluso el apoyo a las fraudulentas campañas electorales de tantos
partidos como tendencias políticas había en esa época. Se aprovechaban de todo
cuanto le diera la posibilidad de un voto. Lo más cruel de todo esto era que
cuando llegaban a la cima, esas promesas quedaban en el olvido. ¡Así era
entonces!
Después del triunfo de 1959,
la democracia cubana no se limita solamente al derecho ciudadano de depositar
una boleta en una urna, esta incluye, además, la participación en la toma de
decisiones de la vida del país, en la igualdad de derechos de todos sin
distinción ni discriminación de ninguna índole en las actividades económicas,
políticas y sociales, derechos legalizados en la Constitución de la República en todas sus
partes.
Nuestro sistema es limpio y
confiable de tal manera que en todos los colegios electorales son los niños
escolares los que custodian las urnas, y todo el que lo desee puede presenciar
el conteo de votos, incluyendo visitantes extranjeros, periodistas, turistas y
personalidades.
La
Constitución de la
República de Cuba y
la Ley Electoral
establecen que todo ciudadano cubano mayor de 16 años, sin diferencia de
sexo, raza o creencia religiosa tiene
derecho a elegir y ser elegido en las elecciones públicas.
La esencia de este sistema es
la transformación social que provoca la Revolución desde enero de 1959, e incluso, se
fortalece cada vez más con los programas sociales y la batalla de ideas. Le dio
la posibilidad a cada cubano para ejercer el voto, pues lo enseñó a leer y a
escribir, también le propició fuentes de empleo, mejoramiento de las
condiciones de vida, creación del sistema de organizaciones desde la cuadra, el
barrio donde vive el individuo, realidad del principio de que todos puedan
participar por igual en el gobierno de
la sociedad. Los protagonistas de ese proceso de transformación son el pueblo, todos los ciudadanos.
Desde la constitución del
Poder Popular, la labor desarrollada por los delegados, diputados y los órganos
representativos que ellos integran son muestra fehaciente de la validez y
legitimidad tanto del sistema político cubano como de su sistema electoral,
avalado por principios que son de estricto cumplimiento:
- Es el pueblo el que nomina
y elige directamente.
- Su abrumadora mayoría
participa en elecciones directas, en las que el voto es libre, igual y secreto.
- La selección de los
nominados y de los elegidos se fundamenta
en las biografías y en los méritos individuales de cada uno, los cuales
son expuestos a la vista pública en los colegios electorales.
- No se permiten campañas
electorales a favor de un candidato.
- Existe un vínculo
permanente entre los elegidos y sus electores. El delegado, periódicamente,
tiene que rendir cuenta de su gestión a sus electores.
- A todo elegido se le puede
revocar el mandato por las causas que procedan, según el procedimiento que
establece la Ley.