domingo, 16 de septiembre de 2012

Democracia participativa

Dicen muchas personas que las cosas malas del pasado lo mejor es no recordarlas, sin embargo, sí hay que recordarlas y mencionarlas en algunos momentos como este,  para que los más jóvenes las conozcan y  puedan hacer valoraciones y comparaciones y estén conscientes de que antes de 1959  se cometían fraudes, delitos, abusos; de esta manera podrán tener una idea y tomar decisiones, ya que conocen  la realidad actual de Cuba en cuanto al proceso  electoral, el más transparente que existe, por tanto, estarán más convencidos de la importancia que este tiene para continuar  fortaleciendo  cada vez más nuestro sistema.

Cuba más allá de los sueños,  de Silvia Martínez Puentes, refiere lo fundamental acerca de las elecciones.

Antes del triunfo de la Revolución: El postulante de turno en cualquier nivel, se valía de todo, ofrecía su “ayuda” para obtener un empleo, atención médica, u otra necesidad, hasta un ingreso en un centro hospitalario, esto y más a  cambio de los votos de toda la familia, lo exigían, incluso el apoyo a las fraudulentas campañas electorales de tantos partidos como tendencias políticas había en esa época. Se aprovechaban de todo cuanto le diera la posibilidad de un voto. Lo más cruel de todo esto era que cuando llegaban a la cima, esas promesas quedaban en el olvido. ¡Así era entonces!
Después del triunfo de 1959, la democracia cubana no se limita solamente al derecho ciudadano de depositar una boleta en una urna, esta incluye, además, la participación en la toma de decisiones de la vida del país, en la igualdad de derechos de todos sin distinción ni discriminación de ninguna índole en las actividades económicas, políticas y sociales, derechos legalizados  en la Constitución de la República en todas sus partes.

Nuestro sistema es limpio y confiable de tal manera que en todos los colegios electorales son los niños escolares los que custodian las urnas, y todo el que lo desee puede presenciar el conteo de votos, incluyendo visitantes extranjeros, periodistas, turistas y personalidades.
La Constitución de la República de Cuba y la Ley Electoral establecen que todo ciudadano cubano mayor de 16 años, sin diferencia de sexo,  raza o creencia religiosa tiene derecho a elegir y ser elegido en las elecciones públicas.
La esencia de este sistema es la transformación social que provoca la Revolución desde enero de 1959, e incluso, se fortalece cada vez más con los programas sociales y la batalla de ideas. Le dio la posibilidad a cada cubano para ejercer el voto, pues lo enseñó a leer y a escribir, también le propició fuentes de empleo, mejoramiento de las condiciones de vida, creación del sistema de organizaciones desde la cuadra, el barrio donde vive el individuo, realidad del principio de que todos puedan participar  por igual en el gobierno de la sociedad. Los protagonistas de ese proceso de transformación son el pueblo,  todos los ciudadanos.
Desde la constitución del Poder Popular, la labor desarrollada por los delegados, diputados y los órganos representativos que ellos integran son muestra fehaciente de la validez y legitimidad tanto del sistema político cubano como de su sistema electoral, avalado por principios que son de estricto cumplimiento:
- Es el pueblo el que nomina y elige directamente.
- Su abrumadora mayoría participa en elecciones directas, en las que el voto es libre, igual y secreto.
- La selección de los nominados y de los elegidos se fundamenta  en las biografías y en los méritos individuales de cada uno, los cuales son expuestos a la vista pública en los colegios electorales.
- No se permiten campañas electorales a favor de un candidato.
- Existe un vínculo permanente entre los elegidos y sus electores. El delegado, periódicamente, tiene que rendir cuenta de su gestión a sus electores.
- A todo elegido se le puede revocar el mandato por las causas que procedan, según el procedimiento que establece la Ley.

No hay comentarios:

Publicar un comentario