Respecto a las suegras y las nueras se habla bastante, pero se escribe
muy poco, quizás por lo engorroso que resulta el tema. Acerca de la suegra, la
peor, según muchos, se han ideado miles
de chistes en los que el elemento bromista toca con frecuencia el mal gusto.
Incontables personas consideran que ella es una mujer que opina y dispone sin
que nadie se lo pida.
Las relaciones entre estas féminas se desenvuelven en un peliagudo
equilibrio junto al ser amado: hijo-marido, quien la mayoría de las veces no
actúa como mediador entre estas, algo indispensable para lograr la comprensión, pues cada una considera tener
la razón; para él, su madre y su esposa tienen gran significación en su
existencia, ya que a ellas lo une un vínculo determinado que inexcusablemente
influye en las relaciones suegra y nuera.
Para conocer críticas y opiniones acerca de este asunto, aquí tiene
varias confesiones de cada una de las partes, aparecen solo los nombres para
que ninguna se sienta comprometida.
NUERAS:
María: mi suegra no era
mala, pero sí recta, dominante, hablaba alto, protestaba cuando algo no le
gustaba, regularmente discutía con sus hijos y dejaba ver claramente cómo debía
hacer las cosas cada uno, yo la escuchaba y no me gustaba cómo se expresaba
porque en ocasiones se le escapaban
palabras obscenas, mas yo trataba de interiorizar cada orden y no contestaba nada, puesto que no se dirigía
a mí directamente. Quizás el endurecimiento de su carácter se debía al trabajo realizado por ella para criar sola a
sus cinco hijos, en situaciones muy difíciles.
Nunca tuvimos problemas, nos
queríamos y nos respetábamos mutuamente.
Ella quería mucho a mis
hijos y los ayudaba en todo lo que
tuviera a su alcance, y llegada la ocasión, también los regañaba y castigaba
por algo mal hecho. Como abuela fue muy buena.
Le agradezco muchísimo todo cuanto me enseñó, yo era jovencita y no sabía hacer casi nada, ella
era una persona trabajadora, honesta, sumamente pulcra.
Yanelis: esa señora es
una villana, todo lo quiere saber, controla cada paso que damos, saca cuentas
del último centavo gastado, a veces discutimos y enseguida finge estar grave,
la presión, la presión, es tremenda actriz, menos mal que ya el hijo la
conoce como si fuera él quien la hubiera parido a ella, por tanto, no le hace
caso, y yo menos todavía, sus obras de teatro ya no engañan a nadie, ni
siquiera a los niños.
Margarita: yo no tengo
quejas de mi suegra, era muy buena conmigo, me trataba como a sus hijos, el trabajo
nos lo compartíamos, al igual que los momentos agradables y desagradables; nunca
tuvimos problemas, a mis niños los adoraba y cuidaba al igual que nosotros,
comprendía lo mal hecho y estaba de acuerdo con los regaños o castigos que les
imponíamos a los pequeños, nos entendíamos a las mil maravillas, nos respetábamos
y queríamos mutuamente, para mí fue como una segunda madre.
Martha: mi suegra era
muy peleona, quería que hiciéramos las cosas a su manera, tenía que saber el
precio de todo lo que comprábamos, hasta del papel higiénico. Protegía demasiado a nuestros
hijos, no podíamos regañarlos por lo mal
hecho porque enseguida nos quitaba la razón, discutíamos con frecuencia, era
una guerra, la cual terminó cuando nos fuimos a vivir solos. A partir de ese
día las relaciones mejoraron entre ella y yo, también la atención y el cuidado a
los niños.
Elsa: mi suegra era
recta, pero buena, nunca tuvimos problemas, nos llevábamos bien, compartíamos
los quehaceres y me enseñó a hacer muchas labores hogareñas. Ella no permitía
que nadie fuera a hablarle mal de sus hijos,
las nueras no podían ponerlos en contra unos de otros, eso no lo
admitía, ellos debían hacer lo que ella entendía, claro, siempre a favor del
matrimonio. Defendía la unión de la pareja para que los descendientes crecieran
con sus padres.
Marilú: bueno, yo diría
que mi suegra era bastante zorra y desvergonzada, aceptaba que los hijos
llevaran otras mujeres a su casa, no valoraba a las esposas, ni le preocupaba
que se fueran a enterar de esos actos tan desagradables. Yo no tuve problemas
con ella, hice tremendo esfuerzo, porque muchas veces decía cosas como para
“matarla” y yo callaba, no le hacía caso. Nunca me enteré de que mi marido
tuviera una amante, pero considero que al
igual que a las demás, a mí también me
lo hicieron; sin embargo, ahora yo soy quien la cuido en su cama de pena. ¿Castigo
para quién? ¡Vaya recompensa por mantener una familia!
Leonor: de mi suegra ni
me preguntes, porque no la soporto, mete las narices en todo, quiere gobernar
al hijo, parece que ella es la mujer de él y no yo, ¡Oye qué vieja más
jodedora!, creo que está falta de
marido. Esta situación es muy difícil para mí, yo no soporto que se estén
metiendo en los asuntos de mi pareja. Si él no se pone para las cosas y le
canta las 40, me veré obligada a
decirle: ”Aquí tiene a su bebé, las órdenes se las da a él, a mí no me manda
una suegra, eso no va conmigo!”
SUEGRAS
Míriam: mi nuera es una
muchacha muy correcta, es buena, trabajadora, cariñosa y dedicada a su pareja y
a los niños, pero no oye consejos, a veces le digo que haga algo de tal manera
porque es más cómodo o más económico y se pone seria y me responde que a ella
le gusta hacer las cosas a su forma, que así lo aprendió de su mamá o de su abuela. Si intento ayudarla en alguna
tarea, me dice, no, no, yo lo hago ahorita o después, no coja lucha. Cuando
logro hacer algo, sé que no le gusta porque disimuladamente va y lo cambia de
forma o de lugar. Mi relación con mis nietos sé que la acepta, pues lo refleja en su carácter. Si le
pregunto algo acerca de alguna situación específica entre ella y mi hijo, elude
la respuesta. Todo esto demuestra que no admite o que no acepta recomendaciones de nadie, o por lo menos, las
mías. No se deja guiar, piensa que no lo necesita.
Iris: mi hijo y mi
nuera comenzaron una bonita relación, enseguida quedó embarazada, nació el
bebé, ¡qué alegría en el hogar! El niño crecía sano y feliz. Todo estuvo muy
bien hasta que un buen día, o mal día, apareció otro hombre a la vista de la
madre de mi nieto; imagínese, traición en la pareja, qué hacer, pues lo más
prudente, el divorcio, eso no admite discusión. ¿¡Cuánto hemos sufrido por esta
separación y cuánto ha dañado esto al niño!?
Independientemente de lo ocurrido, yo sigo apoyando a la mamá de mi
nieto, ya él tiene 8 años y sabe mucho. Todo lo que hago es por su bien y para
que sufra lo menos posible la ausencia de su padre, porque entre otras cosas,
él desea que sus padres se junten, algo que no va a suceder, pues ambos ya están
matrimoniados, sin embargo, yo sigo con la
misma función, ayudando a mi exnuera, a pesar de cargar por siempre el dolor de
la traición.
Nuris: la NO ERA , digo así, porque esa
no era la mujer que yo quería para mi hijo, no reúne las condiciones de una
buena muchacha, opino que no es buena, quisiera que se buscara otra, esta no se preocupa por sus cosas, yo
tengo que estar al tanto de su ropa y de lo demás, a ella solo le interesa presumir y estar a la moda, actúa
como si no tuviera marido, no estudia ni trabaja, ni ayuda en la casa, y lo
peor de todo, mi hijo no se da cuenta de esta situación, está demasiado
enamorado, ella cree merecerlo todo, para eso que no tenga marido. Realmente lo único que puedo
hacer es esperar un poco a ver si hay
cambios favorables.
Iraida: esa y yo somos
enemigas, parecemos perra y gata, cuando nos hablamos es para reñir, y falta poco para irnos a los
puños, pero el culpable es mi hijo, porque
el papel de él como hijo-marido es determinante. Él debe poner los límites y mediar entre nosotras, mas
no se
da cuenta de lo mal hecho, porque la casa es mía y él sabe que a mí hay que
respetarme, si yo digo, no me toquen eso, no lo toquen, y ella hace lo que le
da la gana; fíjate que compró unas cortinas de encaje y quitó las que estaban
puestas que eran mías y le dije: no me vayas a picar esas, bueno las picó e
hizo unos cojines, lo primero que ella debió hacer fue decirme la idea que
tenía, quizás yo hubiera aceptado, pero a la mala sí que no, ella es muy atrevida.
Edilia: mi nuera es
buena y trabajadora, quiere y ayuda mucho a mi hijo, adora a sus bebés, aunque no
le gusta que le sugieran nada con relación a ellos. Trato de ser de la mejor manera posible, la apoyo en lo
que pueda, actúo en correspondencia con el momento, aconsejo e intervengo en alguna
discusión, si es necesario. Intento ser lo más justa posible para no lastimar a
ninguno, porque los quiero a los dos, aunque él sea mi hijo y mi amor por él, mucho mayor, además, pienso en la
felicidad de ambos y en la de mis nietos.
Lourdes: ayudo a mi nuera
en todo cuanto puedo, nos compartimos las tareas del hogar, salimos con el
niño, aconsejo, oriento cuando el momento lo requiere, ayudo a cuidar a mi
nieto, lo educo, soy su segunda madre, su enfermera, su maestra, su nana,
auxiliar pedagógica, para él yo soy lo más importante en su vida y él lo es
todo para mí.
Hay un refrán que dice:
”Recuerda nuera que más tarde
serás suegra”.
Eso no falla. Hay que tratar de sobrellevar la situación, cada parte del
triángulo suegra, nuera, hijo-marido, debe autoanalizar su forma de actuar para
que las relaciones mejoren por día, los niños crezcan sanos y sean felices, y las familias vivan en paz.
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