¡Madre, cuánto daría por tenerte en este día tan especial!, pero el
destino quiso que abandonaras a tus ocho hijos y nietos, algo que estaremos
lamentando toda la vida, porque eras lo más importante, lo más puro y lo más
lindo.
Nos haces mucha falta, tu presencia era la energía, el motor impulsor
para seguir adelante. Tus consejos, una conversación de cualquier tema y una
sonrisa, no imaginas el valor que tienen.
Con tu pelo blanco, tus manos delicadas como una quinceañera, y sentadita
en tu sillón, quizás poniendo un botón o haciendo un dobladillo, quisiéramos
verte, así, como nos acostumbraste, porque necesitamos, además, tu mirada, y tu risa, esa
que irradiabas cuando uno de tus hijos te decía algo para provocarte ese regocijo, o cuando veías algún
programa humorístico en la televisión, algo predilecto para ti, como lo eran
también los musicales y los deportivos como el béisbol, el que disfrutabas a plenitud.
Madre, cuánto te extrañamos, porque eres el amor más puro y verdadero que
ha creado la naturaleza. Eres el amor eterno, la más linda flor. Estás entre
nosotros, jamás te olvidaremos.
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