Escrito por Leonardo Mastrapa
Foto: Alexis Peña López
Entrevista publicada en julio de 1998
Para recordar, porque recordar es volver a vivir
Por vez primera me tomo la libertad de solicitar a la redacción de 26 que uno de mis trabajos no pase por las manos de la correctora.
Con la decisión, asumo el riesgo de evadir cualquier rectificación que merezca el texto, pero gano la seguridad de que por modestia, ella omita un adjetivo, acuda a un sinónimo menos elocuente o suprima una expresión que enaltezca sus cualidades.
Y entonces no se cumpliría mi objetivo: el de retratar a una mujer de mente hábil, que con pelo negro y ojos vivaces garantiza la tranquilidad de los reporteros y le proporciona una lectura sin contratiempos al pueblo.
Marlene Hernández Guerrero es, desde hace 11 años, nuestra correctora. A propósito del cercano XX aniversario del periódico, y de ser ella uno de los imprescindibles soportes gracias a los que este papel impreso ha podido cumplir sus funciones, nos interesamos hoy por retener su protagonismo:
“Antes de llegar aquí era maestra de la enseñanza Primaria, siempre en mi natal Las Tunas, donde hoy vivo feliz de tener cuatro hijos y un trabajo que me gusta.
“26 significa mucho para mí, pues he ampliado mis conocimientos desde todo punto de vista y he llegado a sentirlo como algo mío y yo como parte inseparable de él.
“Siempre estoy rodeada de libros, hurgando en los laberintos del idioma, sus complejidades y nexos. Y todo, sin descuidar los deberes de militante del Partido, la casa; el baile, la música y ese matiz guarachero y de sinceridad que caracteriza a mi rostro.
“Me da mucha pena cuando se escapa un error, me duele, siento, siento que mi trabajo no fue el mejor y hasta me suben los colores; sin embargo, experimento una gran satisfacción al detectar algún problema, a punto de imprimir el Semanario.
“Dejaré de ser correctora el día que me jubile, y si tengo el ánimo de ahora, seguiré hasta que me lo permitan”.
Supongo que cualquiera de mis colegas se sentiría halagado de escribir esta entrevista, pero como la suerte fue para mí, me satisface decir que ella es amiga, confianza, y que no solo le pone vida a sus años, sino también a quienes la rodeamos en cuya lista se incluye 26.
Con la decisión, asumo el riesgo de evadir cualquier rectificación que merezca el texto, pero gano la seguridad de que por modestia, ella omita un adjetivo, acuda a un sinónimo menos elocuente o suprima una expresión que enaltezca sus cualidades.
Y entonces no se cumpliría mi objetivo: el de retratar a una mujer de mente hábil, que con pelo negro y ojos vivaces garantiza la tranquilidad de los reporteros y le proporciona una lectura sin contratiempos al pueblo.
Marlene Hernández Guerrero es, desde hace 11 años, nuestra correctora. A propósito del cercano XX aniversario del periódico, y de ser ella uno de los imprescindibles soportes gracias a los que este papel impreso ha podido cumplir sus funciones, nos interesamos hoy por retener su protagonismo:
“Antes de llegar aquí era maestra de la enseñanza Primaria, siempre en mi natal Las Tunas, donde hoy vivo feliz de tener cuatro hijos y un trabajo que me gusta.
“26 significa mucho para mí, pues he ampliado mis conocimientos desde todo punto de vista y he llegado a sentirlo como algo mío y yo como parte inseparable de él.
“Siempre estoy rodeada de libros, hurgando en los laberintos del idioma, sus complejidades y nexos. Y todo, sin descuidar los deberes de militante del Partido, la casa; el baile, la música y ese matiz guarachero y de sinceridad que caracteriza a mi rostro.
“Me da mucha pena cuando se escapa un error, me duele, siento, siento que mi trabajo no fue el mejor y hasta me suben los colores; sin embargo, experimento una gran satisfacción al detectar algún problema, a punto de imprimir el Semanario.
“Dejaré de ser correctora el día que me jubile, y si tengo el ánimo de ahora, seguiré hasta que me lo permitan”.
Supongo que cualquiera de mis colegas se sentiría halagado de escribir esta entrevista, pero como la suerte fue para mí, me satisface decir que ella es amiga, confianza, y que no solo le pone vida a sus años, sino también a quienes la rodeamos en cuya lista se incluye 26.
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