“No es que falte a
la mujer capacidad alguna de las que posee el hombre, sino que su naturaleza
fina y sensible le enseña quehaceres más difíciles y superiores”.
José Martí (El más universal de los cubanos)

Mujer, cuánto
encierra esta palabra: dedicación, grandeza, voluntad, incansable, altruismo,
perseverancia, amor.
Tú,
maestra, enfermera, médica, periodista, gerente, manicura, peluquera,
modista, estomatóloga, recepcionista, o… llevas sobre tus hombros la responsabilidad
de la familia, la educación de tus hijos y las labores domésticas, todo ello
unido a los deberes para con tu pareja.
Combinas el estudio
con el trabajo, algo muy difícil de llevar, pero lo haces por la importancia
que tiene para tu futuro y el de tus retoños, además de ser un buen ejemplo para ellos. Todos los días de la
semana son iguales para ti, el ajetreo en casa es el mismo, apenas puedes ver
la televisión.
Tú, jubilada o ama de casa no
escapas del constante trajín, aunque no es igual porque cuentas con más
tiempo, pero se te suman otras
tareas como el cuidado de los
nietos, bisnietos, sobrinos; en el hogar asumes otros quehaceres no menos
importantes, el descanso es poco.
¿Tu nombre?: Margarita, Rosa, Miosotis, Jazmín,
Dalia… No respondes a ninguno de ellos y son nombres de flores, no importa,
porque tú eres una flor, la más bella y perfumada del jardín más extenso del
mundo.
Las actividades que ejecutas constituyen motores impulsores
y estimuladores. Son factores que contribuyen a una realización en el plano
espiritual y un crecimiento de tu personalidad que te hace imprescindible.
Mujer, eres alegría, amor, comprensión, ternura, en
fin, eres lo mejor, lo más lindo y lo más importante que ha creado la
naturaleza. Tú representas la vida
misma.
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