sábado, 12 de mayo de 2018

Por Mamá







Madre:

Hijo, desde que estabas en el vientre ya te amaba. Esperaba ansiosamente tu primer y lento movimiento dentro de mi abdomen. Unas veces te imaginaba hembra, otras, varón, hasta que conocí el sexo, y es que el amor de madre es así de rápido y sincero.

El ser mamá me convirtió en un ente insuperable que no veía obstáculos para ayudarte a andar, a crecer. Y nunca deserté; todo lo contrario, porque el hijo problema, el necesitado, el preocupado, el enfermo, es el más cuidado y atendido. Mi amor es incondicional.

Hijo:

Mamá, fuiste la primera figura en mi vida, la niñera preferida que me amamantó con mucha ternura y paciencia. La maestra que a diario impartía conocimientos y educaba cuando yo aún era de cuna; también recibía regaños y castigos, pero tus enseñanzas son para siempre. Eres la mejor madre, mi amiga preferida; eres todo y siento tanto por ti, que mis palabras no lo pueden describir. Pero sí sé que te quiero con el corazón, porque tu amor es el más puro de todos los existentes. ¡Felicidades, mamá!




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